Una parrilla + 150 dólares = Nike

Una vieja parrilla de cocina, algo más de 150 dólares, y un movedizo estudiante de periodismo fue la mezcla perfecta para el nacimiento del imperio Nike, una marca que mueve miles de millones al año.
Si la historia del origen de Adidas y Puma es apasionante, la de Nike es por demás atrapante y a la vez curiosa. En principio, el objetivo de Phil Knight no era el de crear una marca de indumentaria deportiva, sin embargo, una vieja parrilla de cocina y un puñado de 150 dólares, lograrían cambiar radicalmente la historia de su vida y la de la industria del deporte.

Así es como casi por causalidad, este estudiante de periodismo daría origen a Nike, un monstruoso imperio que anualmente genera 19.000 millones de dólares en ganancias. El norteamericano Phil Knight siempre quiso estar vinculado al deporte. Alguna vez, en su infancia, soñó con ser un atleta de elite, pero la naturaleza no lo dotó con capacidades para ello, y solo llegó a ser un mediocre basquetbolista juvenil de Oregon.

No obstante, el destino le tendría deparado otros planes. Al terminar la secundaria, pensó que la mejor manera de seguir de cerca su pasión era estudiar periodismo. Aunque pronto se dio cuenta que convertirse en un cronista encargado de comunicar los logros ajenos no era lo que realmente lo entusiasmaba.

Durante los años 50, Knight veía cómo el deporte se iba convirtiendo lentamente en un negocio cada vez más importante y globalizado. Allí, era claro que los que se llevaban la mayor tajada eran los propios deportistas, pero sobre todo las marcas que se encargaban de vestirlos. Prontamente, un fuerte boom en el mercado textil se produjo en el mundo, y sobre todo en los Estados Unidos. Knight no lo pensó dos veces. El quería formar parte del negocio de la indumentaria deportiva, o al menos intentarlo, y por ello ingresó a la Universidad de Oregon, donde se recibió como licenciado en ciencias empresariales.

Con Reebok dominando el mercado americano desde hacía varios lustros, y Adidas creciendo a pasos agigantados en todo el mundo, la idea de crear una marca para competir con aquellos dos gigantes, era para Knight un sueño imposible de hacer realidad. Por eso, gracias a los conocimientos adquiridos en la Universidad, analizó que importar zapatillas desde el mercado asiático podría ser una buena forma de generar un lucrativo negocio propio, obteniendo buenas diferencias gracias al peso del valor de la moneda americana. Así fue como con muy poco dinero en el bolsillo viajó rumbo a Japón en busca de su primer objetivo.

Modelo Tiger
Tras su llegada a Kobe, su idea principal fue reunirse con Otnizuka, el dueño de Tiger, una de las empresas de zapatillas más exitosas de Japón. Para llegar a hablar con el máximo directivo, Knight, quien contaba con un capital muy ínfimo para ejecutar una inversión, debió hacerse pasar por representante de una supuesta distribuidora de calzado americana llamada Blue Ribbon Sports, que en realidad era el nombre de la empresa de fantasía que él había inventado para un trabajo teórico realizado en su época de estudiante de periodismo. Luego de algunas negociaciones, donde le prometía a Otnizuka expander su negocio por Estados Unidos, logró su cometido.

Ya otra vez en su tierra, 150 dólares fueron suficientes para alquilar un pequeño local en el centro de la ciudad de Oregon, y así comenzar a vender las zapatillas japonesas Tiger. Los nuevos calzados nipones resultaban ser ignotos para el público americano, aunque presentaban buen diseño, mejor precio que la competencia y comodidad. De esa manera fue como la primera apuesta comercial de Knight comenzaba a tener un buen resultado.

Con el paso de los años, Knight fue generando gradualmente mayores importaciones, y su negocio fue creciendo en buena forma. A finales de los 60, su empresa importadora ya era dueña de un notorio éxito, pero Knight, aquel joven emprendedor, ahora ya era un ambicioso hombre de negocios que no se conformaba con lo logrado. Quería ir por más, y sabía bien que este era el momento justo de pegar el gran salto, pero para ello necesitaría la ayuda de un viejo conocido, a fin de comenzar a encarar el pretencioso proyecto que tenía entre manos. Fue entonces, cuando a principios de los ‘70, luego de concluir su vínculo comercial con Tiger, decidió visitar a Bill Bowerman, quien era su entrenador en la Universidad de Oregon. Knight le comentó que su negocio de importar zapatillas japonesas había sido bueno, pero que ya no quería vender las invenciones de otros. Le comunicó que estaba decidido a crear su propia marca, y quería que él, gran conocedor de todo tipo de calzados deportivos, lo ayudara y se hiciera cargo de los diseños. Bowerman no era un improvisado en la materia, ya que en el pasado había sido el entrenador de 44 corredores campeones norteamericanos y 19 olímpicos. Bowerman sabía todos los secretos de las zapatillas que debía utilizar un deportista de elite para rendir al máximo.

Emulando a los hermanos Adolf y Rudolf Dassler; Knight y Bowerman sellaron una flamante sociedad, donde uno se ocuparía de la venta y la apertura de nuevos mercados, mientras que el otro sería el encargado de diseñar los modelos de las futuras zapatillas. Solo restaba pensar el nombre que llevaría la nueva marca. Para ello, Knight debió remontarse a viejas batallas griegas.

La historia relata que durante la guerra de Maraton, persas y atenienses se enfrentaron sanguinariamente. Allí, el atleta persa Filípides ejecutó una heróica contraofensiva solitaria, dejando las armas de lado para correr 40 kilómetros y lograr situarse sorpresivamente en tierra enemiga, donde luego del inhumano esfuerzo, cayó desplomado en suelo ateniense. Sus últimas palabras fueron: "¡Nike, Nike!", cuyo significado es ¡"Victoria, Victoria!" Aquella historia siempre conmovió a Knight, quien ya había encontrado el nombre ideal para su nueva marca de zapatillas. Además, Knight y Nike sonaban parecido, y eso le agradaba.

A la hora de pensar el primer diseño de las zapatillas Nike, y comunicarle la idea planeada a Bowerman, Knight tenía en claro que quería ir más allá de lo que hasta el momento proponían Adidas y Reebok. Su visión de joven empresario lo llevó a pensar que los calzados Nike debían tener un uso deportivo, pero también ser considerados como un objeto de moda, donde la gente podría utilizar sus zapatillas para hacer deporte, pero también para darles utilidad en el plano urbano. Para esto era importante que su calzado sea resistente, cómodo, estético, y a la vez liviano, a fin que los mismos sirvan para practicar deporte y también para caminar por la calle.

Suela Waffle
Al llegar a su casa, Bowerman pensó en las palabras de Knight, y supo inmediatamente que el secreto debía estar en la suela. La misma debía ser dura pero a la vez liviana. Hasta ese momento, todas las zapatillas resistentes eran muy pesadas, por lo que Bowerman no tenía una fácil tarea por delante. Sin embargo, todo cambió cuando visualizó una vieja parrilla de cocina de su esposa, y la recortó dándole la forma de la planta de su pie. Luego, se le ocurrió derretir caucho para finalmente bañar su precaria plantilla metálica en esa goma en estado líquido. El resultado fue sorprendente. Bowerman había creado una suela increíblemente resistente y a la vez liviana, como Knight pretendía.

Al finalizar el diseño, al cual bautizó “Suela Waffle”, Bowerman le presentó su creación a Knight, quien quedó más que conforme. Ahora solo faltaba un logo para las zapatillas Nike. Para ello, en 1971, Knight contrató a una estudiante de dibujo llamada Caroline Davidson, quien le pidió el plazo de una semana para presentar el logo de Nike.

Cumplidos esos días, la estudiante presento a “Swoosh” (la pipa). Al principio, a Knight no le agradó el dibujo. Le parecía muy simple, pero la estudiante lo convenció al advertirle que la pipa representaba la estética del dinamismo y la superación, y que tenía la forma del ala de la gran diosa griega que personifica la victoria. Por ese trabajo, la joven Davidson cobró solamente 35 dólares, sin saber que años más tarde su dibujo se convertiría en el logo de marca más popular del mundo.

Con todo listo, Nike salió a batallar al difícil mercado de Estados Unidos. Los primeros modelos de zapatillas fueron Daybreak, Oregon Waffle, Nylon Cortez y Waffle Racer. Para dar a conocer su marca, Knight contrató un representante de ventas, quien logró ofrecer las zapatillas a equipos universitarios, obteniendo gran respuesta. De esta forma, lentamente, Nike comenzó a ganar gran popularidad entre el público joven, aquel nicho de mercado al que se apuntaba. Tras ese buen inicio y luego de varias negociaciones, el primer gran logro profesional de Nike fue vestir a dos atletas norteamericanos para los juegos Olímpicos de Munich 1972.

A esa altura, Nike ya empezaba a ser conocida a mucha mayor escala. Luego de esa competencia, gran cantidad de jóvenes estadounidenses ya tenían un par de zapatillas Nike en sus pies. Durante el resto de la década del 70, todo fue puro crecimiento para la pipa, al nivel que para el año 1979, Nike lograba ser la marca más popular en el atletismo norteamericano.
A principios de los años 80, Phil Knight finalmente pudo cumplir aquel gran objetivo que había visualizado, y Nike logró popularizar en Estados Unidos la utilización del calzado deportivo para el uso diario. Todo iba perfecto para Nike, sin embargo, a mediados de los 80, la marca de la pipa sufrió una crisis a manos de su principal competidor, Reebok, quien viendo el crecimiento de Nike, comenzó a producir a gran escala y expansión, dejando varios metros atrás a los de la pipa.

Nike
Knight se preocupó, y por un momento creyó que era el principio del fin, aunque no estaba dispuesto a darse por vencido. Pensó inmediatamente que el próximo paso a seguir para salir de la tormenta, era el de contratar un gran deportista para que use sus zapatillas. Sin embargo, en medio de la crisis, no contaba con el dinero suficiente para sponsorear a una figura conocida y exitosa. Instantáneamente meditó que su estrategia debía ser la de apostar por un joven proyecto de estrella, es decir, un talento desconocido.

Fue así como inició una incansable recorrida por todas las Universidades de Estados Unidos, con el objetivo de encontrar un crack del básquet con proyección. Decepcionado, dio cuenta de que los mejores jugadores juveniles ya se encontraban en la NBA, hasta que un día, recorriendo la práctica del equipo de básquet de la Universidad de North Caroline, descubrió un ignoto estudiante de geografía. Su nombre era Michael Jordan.
Knight quedó impresionado con el juego de Jordan. Le llamó la atención su habilidad para eludir rivales, crear jugadas, ejecutar volcadas, y sobre todo, su capacidad para mantenerse en el aire, casi como suspendiéndose un segundo más que cualquier otro mortal antes visto. No hubo que pensarlo. Knight había encontrado al indicado, y allí le hizo firmar al sorprendido Jordan su primer contrato. Pocos meses después, el hombre que podía volar, comenzaría a deslumbrar en la NBA con la camiseta de los Chicago Bulls, montado sobre las novedosas zapatillas Nike Air, especialmente diseñadas para él.

Las Nike Air de Michael Jordan eran blancas y rojas, con una pipa negra. Ese mágico logo, que se elevaba por los aires con cada volcada de Jordan, parecía poder verse desde la última fila de un estadio, como también desde la televisión. Así, cuanto más iba creciendo la figura de Michael Jordan, mas crecía Nike y sus ventas.

Modelo exclusivo para Michael Jordan
Con su gran estrella jugando para su equipo, Knight se reunió con directivos de Wieden & Kennedy, una gran empresa publicitaria. Fueron ellos quienes crearon los conocidos slogans “Air Jordan” y “Just do it”. También generaron impactantes avisos comerciales para la televisión con un gigante Jordan siempre a bordo de las Nike.

La imagen se detenía en su vuelo, en la volcada, y en las zapatillas, esas que mostraban en primer plano la pipa y también la novedosa “cámara de aire” en el talón, desde donde Nike aseguraba que residía el gran secreto de las virtudes aéreas del 23 de los Bulls. Ese fue el toque final para que el mundo asociara a Nike con el éxito de Michael Jordan. Knight había hecho una costosa inversión publicitaria, pero pronto vería multiplicar sus ventas y dividendos a escalas impensadas cuando en los Juegos Olímpicos de 1992, Michael Jordan deslumbró al mundo comandando aquel mítico Dream Team. Fue alli en Barcelona, donde con un Jordan brillante, Estados Unidos ganaba el oro, y Nike también.

Poco tiempo más tarde, Knight decide repetir la jugada realizada con Jordan, pero en el golf. El resultado de su búsqueda fue haber descubierto a un joven que luego resultaría ser otro ícono del deporte mundial. Se trataría del golfista Tiger Woods. Pero para Nike no todo se limitaba en el deporte. En 1989, Batman, encarnado por Michael Keaton, utilizó calzado Nike durante la taquillera película. El éxito de Nike no encontraba límites, y dominando casi todos los deportes, la cuenta pendiente era abordar el fútbol. A esa altura, Knight contaba con suficiente dinero como para invertir en las principales selecciones y equipos del mundo. Fue así como desde los 90 en adelante, la pipa americana logró dejar algo atrás a Adidas, quien supo ser rey absoluto de este deporte durante varias décadas. Pese a todos los esfuerzos, Adidas fue desbancado por una marca proveniente de un país donde el fútbol no es popular, pero que con excelentes estrategias supo adueñarse del deporte más popular del mundo.

En los 60, cuando Phil Knight se hizo pasar por un empresario importador en Japón, nunca imaginó que sería capaz de crear la marca más importante de la historia del deporte. Tampoco que llegaría a sponsorear figuras de la talla de Michael Jordan, Rafael Nadal, Roger Federer, Tiger Woods, Lance Armstrong, Ronaldinho, Cristiano Ronaldo, Serena Williams, o equipos como Barcelona, Manchester United, Arsenal, Inter, Juventus, Porto, Flamengo y Boca, como también selecciones futboleras de primer nivel como Brasil, Holanda, Portugal y Francia. Tampoco imaginó que años más tarde terminaría proponiéndole matrimonio a Caroline Davidson, aquella estudiante de dibujo, creadora de la famosa pipa, y ahora accionista de Nike.

Hoy, Nike es la empresa líder de calzado y ropa de deporte, y la que más ha facturado en la historia. Generando ganancias de cerca de 19.000 millones de dólares anuales, y contando con 33.000 empleados alrededor del mundo, es la marca que más artículos deportivos produce en el planeta. Phil Knight, aquel joven que comenzó su sueño con un puñado de dólares, es hoy dueño de una fortuna que asciende a 7900 millones de verdes, siendo uno de los 30 personajes más ricos del mundo.

Pero está más que claro que los de la pipa nunca se conforman con lo logrado, y para el 2015, sus directivos han expresado que planean elevar su facturación anual a 27.000 millones. Esta es la increíble historia de Nike, la leyenda verídica de cómo con 150 dólares, una parrilla y una pipa, un norteamericano logró generar el imperio más grande de la historia de la industria deportiva mundial.